Consejos de nuestro abuelos

“Buscad el consejo de los ancianos, pues sus ojos han visto el rostro de los años y sus oídos escuchado las voces de la vida. Y aunque sus consejos os desagraden, escuchadlos”. (Khalil Gibran)

REPUNANTE, MI CABALLO

Teníamos un caballo en casa llamado “Repunante”, era un ejemplar único, lástima que mi padre lo usara para las labores del campo, era un caballo con un porte, una personalidad y una esbeltez realmente exquisita y fuera de lo común, al andar, al trote como al galope era una gozada ir subido y agarrado a su crin, yo soñaba con hacerlo algún día, cuando fuera más mayor (solo tenía 10 años), mi padre solo me hacía subir cuando él me acompañaba, yo quería subir solo sin que nadie me acompañara, pero esto lo tenía terminantemente prohibido, así que tendría que esperar a cumplir los dieciséis años, igual para entonces mi padre habría cambiado o vendido a “Repunante”.

Aunque no lo creáis me hice muy amigo de él, las mejores matas de hierba que me encontraba, yo se las  llevaba a él, también me cuidaba de limpiarlo, llevarlo a la fuente el bollo, para que saciara su sed y cuando no tenía que trabajar en las labores del campo, trasladarlo a los mejores pastos, era verme y relinchaba y retozaba de alegría, me acercaba a él para acariciarlo en la cabeza y aprovechaba para demostrarme su afecto lamiéndome el brazo.

Un día mi padre me dijo:

- Ves a la fuente el bollo con “Repunante” y le das agua, pero….ojo…, no se te ocurra subirte porque todavía eres pequeño.

- No te preocupes papa, que no me subiré.

La fuente estaba andando, a unos quince minutos del pueblo, pero a unos siete minutos de camino, ya no se vislumbraba el pueblo, por lo que decidí parar el caballo acercarlo a unas rocas altas y desde ellas salté a lomos de “Repunante”, el caballo parecía que lo estaba deseando, porque enseguida comenzó a trotar con toda su elegancia, le golpeé un poco con el tacón en su vientre y a continuación mis sueños se  vieron hechos realidad, al constatar con la maravillosa suavidad con que “Repunante” galopaba, era lo más bonito que me había pasado, era fantástico y maravilloso las sensaciones que sentía.

En mi galopar me crucé con un vecino y amigo de mi padre, y oí que me decía:

- Niñoooo!!!!!.....no corras con el caballo, que te vas a matar!!!!!

Yo, ni caso le hice. Llegué a la fuente el bollo, bebió agua el caballo y de vuelta me volví a subir y poner el caballo otra vez al galope, antes de llegar paré a “Repunante”, me bajé y esperé un poco para perder tiempo y hacer ver a mi padre que había ido andando, al llegar me estaba esperando mi padre (aquel señor que me llamó la atención se lo había dicho), mi padre me dijo:

- ¿A bebido bien el caballo?

- Si papa.

- ¿No te habrás subido?

- No papa.

Ni corto ni perezoso mi padre me agarró del brazo y me dio dos “morrillazos” (bofetadas) en el cuello que no me las esperaba y me dijo lo siguiente, (que al cabo de sesenta años no he olvidado).

- No te pego por haberte subido al caballo y ponerlo al galope, sino por haberme mentido, de ahora en adelante espero que siempre me digas la verdad.

Ahora le agradezco que actuara así. Aquella lección me hizo recapacitar, a partir de entonces no mentí jamás a mi padre.

Relato real que envía un paisano con el deseo de que lo disfruten.
TINMAR LENUMA 2015

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Nuestros abuelos aprendían y recitaban de memoria lo aprendido en los libros  de la escuela, yo recuerdo a mi abuela recitandome aquellos consejos útiles una y otra vez para que yo los aprendiera.