Bienvenidos a este blog dedicado a todos los moredanos, su objetivo principal es entretener a cuantos lo lean, refrescar la memoria a los que vivieron esta época, a los que añoran su tierra porque viven lejos y a nuestros jóvenes que no conocen como era la vida aquí antiguamente.

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Historias y anécdotas contadas en Moreda

En esta sección queremos contar en tono cómico anécdotas, vivencias e historias contadas de abuelos a nietos, que nos han hecho reír en muchos momentos mientras charlábamos con la familia y amigos junto a una chimenea o sentados al fresco. Son relatos que nos harán viajar al pasado de nuestro pueblo. 

Damos paso pues a estas historias: 

Manolo tenía una tienda de ultramarinos en el pueblo y vendía de todo. Un día llegó una clienta muy habitual, Josefica y como iba de prisa le dijo al tendero: 

- Tocino, dame dos pesetas de Manolo que se van los escardaores.

Un hombre que había en la tienda esperando que lo atendieran le preguntó a Josefica: 

- ¿Señora que clase de comida es esa?

La equivocación sirvió de risa, y se ha quedado como anécdota en el pueblo.


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Antiguamente los novios pelaban la pava en las ventanas, se hablaban muy callandico, boca con oreja. Hablándose tan cerquita, José no se dio cuenta que su novia estaba más sorda que una tapia. Un día se la encontró por la calle, ella iba a la tienda y él iba al pilar viejo a darle de beber a los mulos.
Para saludarla  le dijo a su novia:
- Adios prenda

Ella vio que José le decía algo pero no lo escuchó muy bien y contestó:
- A por chocolate a la tienda.

José levantó la voz y le repitió:

- Que digo que adios prenda.

Ella sin saber que le decía contestó:

- Pa mi hermana que está mala.

José ya se enojó y pensó que se estaba burlando de él y le dijo:

- Que te vayas a la mierda.

Ella le contestó: 

- Quédate con Dios hombre, no sabía yo que eras tan mal hablado.


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Cuentan que se fue uno a la mili y no debía de ser muy espabilado. Todos los días formaban en el patio haciendo instrucción "izquierda, derecha, izquierda, derecha. El se hacía un lio y no sabía que pie tenía que echar, se equivocaba de paso y confundía también a los otros soldados.
Los más altos mandos ya cansados de que diariamente les fastidiara la marcha pensaron en ponerle una bota blanca y otra negra y cuando hacía instrucción le decían: la blanca, la negra, la blanca, la negra.


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Cuentan los mayores que había en Moreda un matrimonio Luís y Trinidad. El marido se fue a echar la temporada de siega y dejó a su mujer sin un real. Pasado un tiempo cobró parte de la siega y le escribió una carta a su mujer en ella le mandaba un duro y veinte reales y le decía:

"Trinidad, esto es para que comas y te laves".

Ella le contestó:

"Luís como te fuiste a segar y me dejaste sin un cuarto, he tenido que alquilar la cueva de tu lagarto".


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Me han contado que Miguel fue por primera vez a Granada, le habían dicho algunos que como era la primera vez que iba, le iban a dar las cagarrutas en la capital pero él se reía pensaba que Granada sería como su pueblo pero más grande. Una mañana se fue y cuando se bajó del tren fue a cruzar la calle y no había manera nada más que pasar coches y coches se paraba donde había gente para cruzar y veía a la gente esperando y el seguía andando, se paraba donde veía otro grupo de gente los veía esperando y el seguía andando, buscando donde cruzar. Harto ya de andar se para y pregunta:

¿Cuando pasan los de mi pueblo?.
Un hombre le contestó: Cuando se ponga verde.
Y Miguel contestó: ¿Verde? si lo que estoy ya es morao.
Aquí ya comprendió que eran las cagarrutas.

 


 

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